“Los directores nos hacemos entender sin hablar”
Igor Ijurra. Director del Orfeón Pamplonés
Igor Ijurra
Se trata de uno de los directores de coros más prestigiosos de nuestro país. En 2005 asumió la dirección del Orfeón Pamplonés y en este tiempo ha conseguido situar a la formación en un lugar de privilegio internacional. Prueba de ello es que el Orfeón ha sido el primer coro español en actuar en el Carnegie Hall de Nueva York (2010) y en los PROMS londinenses (2015). Ha preparado con el Orfeón Pamplonés el gran repertorio sinfónico coral, en el que ha introducido alrededor de 50 nuevas obras. Además, Igor Ijurra cuenta con una amplia formación musical y humanística. Es titulado superior en Dirección de Coros por Musikene, titulado en Canto y solfeo por el Conservatorio Pablo Sarasate, y licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra.
¿Por qué es importante la buena comunicación para el director del Orfeón Pamplonés?
La comunicación para un director lo es todo. Ya es que estás comunicando a veces hasta cómo entras a un sitio, cómo es tu postura, lo no verbal, ¿no? Por tanto, y la gente empieza a juzgarte pues por cómo vistes, por cómo te comunicas… Antes de subirte arriba a un podio, bueno, no siempre es necesario estar en un podio, por tanto eso ya es importante, pues no digamos nada la comunicación verbal.
¿Qué importancia tiene la comunicación no verbal?
Los directores, claro, trabajamos en lo que respecta a la comunicación no verbal, con el gesto porque hay una técnica de dirigir, que es sobre todo de brazos, pero no solo de brazos, sino se puede decir de todo el cuerpo, especialmente también de brazos y de cara. Nos hacemos entender sin hablar. Con esta gestualidad. Pero claro, luego también tenemos que explicar cómo quiero exactamente todo sin la palabra, sin el poder de la palabra, sería muy complicado. La interpretación de una partitura al final tú lo que quieres todo no lo puedes expresar con el gesto. Una vez que has trabajado y has explicado ciertas cosas, luego eso se lleva a cabo mediante nuestra gestualidad y corporalidad.
¿Cómo te comunicas con el coro durante la actuación para que esta sea perfecta?
El momento de la actuación depende de los ensayos, muchísimo. Es decir, hay una gran preparación por detrás. Pero si cuando llega el concierto y uno está dirigiendo, ahí ya no cabe la comunicación verbal, todo es comunicación gestual. Ahora que estamos dirigiendo con mascarilla se pierden un montón de matices.
¿Cómo debe ser esa comunicación gestual durante el concierto?
Nuestra comunicación está basada en una técnica gestual que es importantísima, bien es cierto que a veces podemos ser menos exactos con nuestros coros u orquestas habituales porque nos conocen, pero si vamos a hacer un coro desconocido o con el que actuamos por primera vez, nuestro gesto tiene que ser muy claro, técnicamente pulcro. Incluso, en algunas obras, si no somos muy, muy concretos y pulcros puede haber desfases de ritmo, de tempo. Por tanto la técnica, pero luego la comunicación, el fraseo, cómo decir las cosas… No podemos querer que el coro cante de una manera dulce, ser nuestro gesto dulce, esto puede ser un ligado, ¿no? Esto un picado. Pero yo si quiero algo incisivo yo no puedo poner una cara de alegría y mi gesto... Es decir: no puede haber una contradicción, que a veces ocurre, entre el gesto técnico, la cara o el corporal. ¿Me explico? Entonces eso tiene que estar… Esto tiene que ser un matrimonio perfecto, por así decirlo, entre el gesto, la técnica de brazos y nuestra gestualidad corpórea y sobre todo de la cara.
¿De qué manera se comunica a las personas que componen el coro que siempre pueden hacerlo mejor?
El coro tiene que ver que alguien está pidiendo algo que se puede hacer. Tú vas a ir mejorando siempre y cuando creas que primero hay un margen de mejora y luego siempre y cuando tú creas que tienes la capacidad de hacer mejorar al grupo que tienes delante. Eso es muy importante, pero pedir sin dar nada… porque yo he vivido lo de… era un chavalito, 15-16 años, y un director, en el coro que cantaba: “Haced más piano”. Pero técnicamente el coro no era bueno. Entonces, él no nos daba un buen ejemplo, hay que dar un buen ejemplo vocal. Señores: “Yo quiero esto”… y lo canto. Cosa que en un coro profesional casi nunca hay que decirlo ni a una orquesta profesional, pero en coros amateurs, donde no tienen una calidad profesional o la calidad de la la mejor voz, del mejor músico al peor es muy heterogénea, como es el caso del Orfeón, pues hay que recurrir a eso. Pero ellos tienen que ver que tú estás pidiendo algo que no es imposible y que tú eres capaz de manejar, porque así tienes credibilidad.
¿Qué es lo más difícil de tu trabajo?
Lo que nos ocurre a los directores es que nosotros somos como pilotos de guerra. En nuestra cabeza estamos en el presente, en el futuro y en el pasado. Estás en el presente porque estás dirigiendo, estás en el futuro porque tienes que anticiparte… ahora viene esto. Y estás en el pasado porque en tu cerebro tienes que retener todo lo que ha ocurrido. Entonces paras y no tienes más que un segundo o dos y a veces empiezas a hablar mientras estás pensando y por tu cabeza está pasando por ahí como un ordenador enorme toda la información y tienes que decir “¿qué hago?”. La primera frase es importante. Entonces hay veces que has acertado, o mientras estás diciendo algo que igual no es muy importante, no te tienes que liar mucho, dices ahora voy aquí y eso es lo difícil, o sea, es decir, verbalizar lo que conviene en el momento o mientras estás verbalizando, como excusa para ir pensando en las decisiones que tienes que tomar, no metas la pata. Por eso es muy difícil, porque tomamos decisiones en uno, en dos o en tres segundos y lo único que no tiene que hacer un director es no tomar una decisión. Podemos equivocarnos, pero ¡ay! en dudar, pasar mucho tiempo… nunca. Y luego, a ser posible, que sea la mejor decisión. Es una labor muy, muy difícil, muy difícil.
Destaca algún momento profesional en el que la comunicación haya sido decisiva para ti.
Sí que tengo un momento, una despedida que hice después de unos ensayos. Dije unas palabras a un coro y me estuvo aplaudiendo durante un minuto y medio o dos. Lo que dije debió de tener tanta fuerza que yo no sabía qué hacer. Digo, ya pararán, ya pararán. Ahora me acuerdo, sí. Estuve durante mes y medio preparando, preparé dos conciertos y al final de ese segundo concierto yo ya me despedía de mi trabajo y me quedé… Digo, bueno, algo les he debido de tocar la fibra o también el trabajo que he hecho pues les ha gustado, pero después de esa despedida. Y luego también ha habido momentos antes de algún concierto donde, pues bueno, pues he realizado alguna arenga, ¿no? Y a veces tú notas que las palabras que dices… que ha ocurrido algo en ese momento… o un silencio o no sabría decirte ahora tal día o este día, ¿no? Pero sí que hay momentos, hay momentos especiales… no sé, no sé. Normalmente esos momentos es cuando no leo. Yo siempre llevo algo escrito, al final si me lo sé y si no leo, cuanto menos leo soy más natural y me doy cuenta de que cuanto más natural soy más llego a la gente; de eso sí que me he dado cuenta.