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“La comunicación es básica para acompañar a las personas en duelo”

RAKEL MATEO DIRECTORA DE LA ASOCIACIÓN GOIZARGI PARA EL DUELO

Rakel Mateo

Nacida en Pamplona, Rakel Mateo es licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Navarra, experta en Dirección y Gestión de Organizaciones no Lucrativas por la Fundación Luis Vives y cuenta con el Postgrado en Terapia Gestalt de la Asociación Vasca de Terapia Gestalt Zimentarri. Desde el año 2002 dirige la Asociación de Familias y Amigos en Duelo GOIZARGI (que en castellano significa “Luz de la mañana”). Dice que su "devoción profesional es dar espacio personal y social al duelo y al dolor". Hablamos con ella para saber más sobre la importancia de la comunicación cuando una persona se encuentra en duelo.

¿Cómo utilizas la comunicación para ayudar a personas que han perdido a un ser querido?
Sí que es verdad que la comunicación, sin duda, Alejandro, es básica en el día a día de lo que nosotras hacemos aquí. ¿Por qué es básica? Porque nosotras trabajamos con personas que están en un momento muy intenso de dolor. Hay muchos instantes diría yo en los que tenemos que aprender o aprendemos a comunicarnos a través de muchas veces otro tipo de comunicación que en muchas ocasiones ni siquiera es el lenguaje. Hay momentos en los que llega aquí una persona con tantísimo dolor interno que no sabes bien cómo poder ayudarle a que empiece a nombrar su sentir. Y cuando hablo nombrar no siempre es nombrar con la palabra. En ocasiones intentamos comunicarnos a través de imágenes, comunicarnos a través de dibujos, o comunicarnos a través de lo corporal. Muchísimas veces. Entonces, sin duda, la comunicación es algo esencial y básico en el día a día de lo que hacemos.

¿De qué manera puede ayudar la comunicación a personas que se sientan en duelo?
Teniendo en cuenta que hay un momento en todo proceso de duelo en el que a las personas nos cuesta nombrar nuestro propio sentir, imagínate lo importante que es la comunicación. En general, en el día a día nos cuesta incluso la palabra. Hablar de la muerte nos cuesta. Nombrar a la muerte nos cuesta. En nuestro día a día cuando acompañamos a personas en duelo, hay un momento del proceso en el que nombrar el mundo emocional es tremendamente complejo. ¿Cómo lo hacemos? Intentado, como te decía también antes. A través de lo simbólico, de los gestos. Muchas veces las personas no nos dicen, no nos pueden decir a través de la palabra cómo se sienten pero sin embargo nos hacen un gesto con las manos apretándolas así, fuerte, y eso es una forma de comunicarse y de trasladarnos y de decirnos. ¿Para qué sirve? Porque lo que no se nombra, no existe. En muchas ocasiones tenemos la tendencia constantemente a no nombrar, a no colocar nombre al sentir y eso es una forma también inconsciente de poder bloquearlo. Por eso nuestro acompañar en eso es esencial y es básico para poder seguir caminando en el proceso de duelo.

¿De qué manera acompañáis a la persona que está en duelo? ¿Usáis comunicación verbal y no verbal?
Primero, ya que estamos hablando de comunicación es importante que acuñemos bien lo que significa ‘acompañar’ porque ‘acompañar’ es estar con lo que hay. Y a veces lo que hay es el silencio, a veces lo que hay es la desesperación, a veces lo que hay es un dolor tan intenso que no me permite ni siquiera nombrar cómo me siento a través de la palabra. ¿Cómo acompañamos? Primero acompañamos con lo que hay, a través de la palabra acompañamos dando luz a palabras que las personas se dicen sin darse cuenta y que se dañan. Por ejemplo, un ejemplo muy concreto: utilizamos mucho el “tengo que” y el “debo”. Y sin embargo nuestra forma de acompañar y de ayudar con la palabra también tiene que ver con que esa persona se dé cuenta de cuántas veces utiliza ese “tengo” y cuántos de esos “tengos” son “quieros”. Porque en el propio proceso de duelo hay tanta obligación constantemente, propia y de la sociedad, “tengo que estar bien”, “tengo que tirar hacia adelante”, “tengo que salir”, “tengo que estar con mis amigos”. Y la pregunta que nosotras muchas veces retornamos o le damos la vuelta es: ¿quieres? ¿no quieres? No es tanto si tienes o no tienes. A través de la palabra muchas veces es así. Y el acompañar a través de la no palabra, dada la situación en la que estamos en algunos momentos se hace complejo, pero nosotras utilizamos mucho lo corporal. Ahora podemos tocarnos muy poco o prácticamente no nos podemos tocar. Pero el cuerpo nos da muchísima información. ¿Eso que sientes dónde lo sientes? Lo sientes en la garganta, lo sientes en la tripa, lo sientes en el vientre, ¿dónde estás sintiendo ese dolor? Y a veces ese dolor que estás sintiendo, cómo es, de qué color, o qué imagen, de qué forma, me lo puedes dibujar… Hay muchas formas de acompañar, el hablar, el silencio y eso también es comunicarnos. Yo digo muchas veces que la comunicación en duelo existe siempre, porque la no comunicación también significa cosas en el proceso de duelo, y es el silencio.

¿Cómo se vive el duelo cuando no puedes despedirte de la persona que se va?
La no despedida, que en ocasiones forma parte de este tipo de muertes que se ha dado en el estado de alarma y en la pandemia, sobre todo en el estado de alarma, está magnificando la posibilidad de que los duelos se compliquen, que sean más complicados. Esto no significa que sea una enfermedad o que se patologicen. Esto es importante que lo digamos. Sí que se compliquen. ¿Por qué? Porque hay una realidad que nos pasa a las personas y es que siempre nos cuesta despedirnos, nos cuesta cerrar, incluso cuando sabemos que los seres queridos han muerto lo sabemos racionalmente, pero una cosa es saberlo racionalmente y otra cosa es sentirlo en la tripa, sentirlo emocionalmente. ¿Qué hace este tipo de muertes? Como en muchas ocasiones las personas no han podido ni siquiera velar, no han podido ver a sus muertos, esto complica el propio proceso de duelo y muchas veces lo ralentiza.

Como norma general, ¿hombres y mujeres viven el duelo de la misma forma?
Yo creo que el duelo duele. Y que el dolor existe. Y que somos una sociedad tendente a la negación de todo esto. Y creo que, como decía antes, esto son indicadores que muestran cuál es nuestra forma de vivir la muerte, de vivir la pérdida y de vivir el dolor en general. Como seres humanos y como sociedad. Si a esto le añadimos que venimos de una sociedad en la que el mundo educacional hace que la vulnerabilidad o lo que se entiende por vulnerabilidad todavía esté menos mostrado en el género masculino, yo siento que pasa que no hay mucho permiso a mostrarse, pero no porque los hombres y las mujeres tengan una forma distinta de elaborar, sino porque los hombres y las mujeres vivimos en una sociedad que nos educa desde el principio con una serie de factores. Y que esta forma de educarnos, a día de hoy, aunque nos gustaría que no fuera así, sigue siendo distinta para mujeres y para hombres en muchas ocasiones. Esas frases que cada vez se dicen menos, gracias a la vida, y es “los hombres no lloran”. Los hombres lloran igual que las mujeres porque tienen ojos y tienen capacidad de llorar igual que las mujeres. De dolerse y de sentir. Por tanto, ¿es distinto? Sí. Pero es distinto no porque en sí mismo a nivel orgánico o genético sea distinto. Es distinto porque estamos en una sociedad que lo está haciendo distinto.

Destaca algún momento profesional en el que la comunicación haya sido decisiva para ti.
Recuerdo mucho a una persona a la que acompañé, que su pareja en este caso había muerto estando ella embarazada, y cuando ella dio a luz, posteriormente a dar a luz, tuvimos un encuentro y recuerdo que no nos hablamos pero sí nos comunicamos profundamente. Porque hubo una especie de permiso en este caso a través de la comunicación no verbal, que fue un abrazo y un contacto en el que de alguna forma esta persona se dejó sentir y fue una manera de comunicarnos a través del sostén y del soporte corporal, ¿no? De estar aquí contigo y para ti con lo que suceda. Sabiendo que de alguna manera ya es tu momento para poder sentir porque tu criatura ya ha llegado a la vida. Y eso fue muy potente.

UNA INICIATIVA PARA PONER EN VALOR EL PODER DE LA BUENA COMUNICACIÓN