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“Si las empresas creen que la comunicación solo es importante cuando hay crisis, apaga y vámonos”

Reyes Calderón Economista, profesora universitaria y escritora

Reyes Calderón

Reyes Calderón, natural de Valladolid, lleva 35 años viviendo en Navarra. Compagina su carrera como profesora universitaria con la escritura. Doctora en Economía y Filosofía, enseña Gobierno Corporativo en la Universidad de Navarra. Cursó dos doctorados (en Economía, 1991, y en Filosofía, 1997), fue decana de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra (de 2008 a 2014), ha sido profesora visitante en la Sorbona, en Berkeley (California) y en el University College of London y, entre otras ocupaciones, fue consejera independiente de CPEN y en la actualidad lo es de la constructora OHL.

Como escritora ha publicado una docena de novelas, entre las que destacan Las lágrimas de Hemingway, Los crímenes del número primo, El último paciente del doctor Wilson, La venganza del asesino par, Tardes de chocolate en el Ritz o La puerta del cielo, que han sido traducidas a varios idiomas. Tras ser galardonada con el Premio Abogados de Novela por su obra El jurado número 10 y recibir el Premio Azorín 2016 con su libro Dispara a la luna, Reyes Calderón se ha consolidado como una autora referente dentro de la literatura de intriga, como atestiguan el éxito de público de su saga protagonizada por la juez Lola MacHor, cuya última entrega, fue la novela Clave Matisse, publicada en 2018.

¿Qué es para ti la buena comunicación?
Yo veo la vida como una colección de conversaciones. Toda nuestra vida. Conversamos desde pequeños a veces cuando no sabemos hablar, hablamos con los ojos y después hablamos con las manos y, al final, se trata de mantener una conversación con mucha gente. Esa es nuestra vida. Y yo entiendo que la comunicación es una conversación con éxito. Cuando no tiene éxito, es una simple charla, ¿no? Y, ¿cuándo tiene éxito? Pues yo creo que una comunicación, como yo la entiendo, es una conversación en que las dos partes consiguen interpretar al otro. Tanto si eres el que hablas como si eres el que escuchas, tienes que ser capaz de captar la intención del otro. Una comunicación es una simple conversación en la que las intenciones de las dos partes, los sentimientos de las dos partes, quedan claros. Escuchar es de las cosas más difíciles que hay en el mundo pero escuchar con sentido intentando buscar la intención es muy difícil; por eso, la comunicación es, desde mi punto de vista, esencial para todas las partes de nuestra vida.

¿Qué papel juega la comunicación en tu día a día? Como economista, como profesora universitaria, como escritora…
Para mí es esencial en cada parte de mi día y en cada uno de los días. Es verdad que las comunicaciones dependiendo de quién sea el interlocutor, son diferentes. No es lo mismo una conversación con tus hijos, con tus estudiantes, con un consejo de administración o con tus jefes. Pero vuelvo a insistir en que nuestra vida es una colección de diálogos. Desde que vamos a comprar el pan hasta que decimos buenas noches. Tú comunicas unas intenciones, unos sentimientos, unos afectos; por tanto, la comunicación es como nuestro día a día. Va con nosotros. Es como la sombra. Siempre la llevas aunque a veces se vea más y a veces se vea menos.

¿Por qué crees que los docentes deben ser buenos comunicadores?
Una de las patologías de la educación es separar la ciencia de la humanidad. A la universidad no vamos a aprender conocimientos, vamos a hacernos mejores personas. Y mejores personas son: personas más formadas, personas más capaces de tomar decisiones, más capaces de poder enjuiciar con objetividad, de racionalizar incluyendo los sentimientos. Creo que una de las patologías de la comunicación universitaria ha sido el distanciamiento entre el profesor y su ciencia y el alumno y sus ganas de aprender. Esto es un tándem: si los dos no dan a los pedales, aquello no funciona. Da igual que hablemos de ciencias Hart, de STEM, que de Humanidades. Yo creo que tiene que haber una conexión de intenciones y, para eso, es importantísimo que el profesor esté entusiasmado con lo que hace, que sienta pasión. La pasión es lo primero que identifican los estudiantes. Y en ese sentido, la pasión ha de ser comunicada. El profesor distante, desde mi punto de vista, suele ser un mal profesor aunque sea un sabio, pero no estamos hablando de ciencia, estamos hablando de comunicación de la ciencia, que es diferente.

¿La buena comunicación entre alumno-profesor contribuye al proceso de aprendizaje del alumno/a?
Contribuye a la formación, ¿no? Y contribuye al escalón superior que es la que es la educación. Yo recuerdo cuando tenía algún cargo de responsabilidad en la universidad, que me vino un padre con su chaval de 17 años para presentármelo. Venía a la universidad desde un pueblecito. Era el primero de su familia que iba a la universidad y vino toda la familia a acompañarle. Me lo dejó en el despacho y me dijo: “bueno, aquí le dejo el chaval para que me lo haga un hombre”. Y pensé yo: “qué bien ha entendido este hombre lo que es una buena universidad”, ¿no? Porque le podemos enseñar mucha Economía, mucho Gobierno Corporativo, muchas Finanzas pero si él no es más hombre cuando sale, mejor persona cuando sale, si no sabe lo que es la solidaridad, no sabe lo que es la sostenibilidad, no sabe el mundo en el que vive; pues, no habremos hecho más que inyectarle Matemáticas. Y esa no es nuestra función. Y eso pasa, sobremanera, por esa comunicación frecuente alumno-profesor.

¿Es la comunicación una herramienta de gestión clave en el gobierno corporativo de una empresa?
Para mí, gobernar una corporación significa incrustarla en quien le da la capacidad de existir, la sociedad. Para mí gobernar una corporación es estar preocupado/a de que los impactos positivos se acrecienten y que los impactos negativos de tu compañía se aminoren todo lo que se puedan. Gobernar es conversar con todos los grupos de interés que están a tu alrededor. Gobernar es tener presente a los trabajadores, a tus clientes, a tus proveedores, a la sociedad misma. Gobernar es una colección de conversaciones circulares que rodean todo lo que hace la compañía. La compañía son sus accionistas pero no solo los accionistas, son todos tus grupos de interés que tienen preocupación e interés en asuntos muy concretos de la compañía y a quien te debes. En ese sentido, en la medida en que gobernar es estar en permanente conversación, divulgación de datos, explicación de lo qué haces, hacer estrategia con tus grupos de interés… Si no entiendes que la comunicación es esencial, pues entonces tienes un problema horroroso. Si crees que la comunicación solo es importante cuando viene una crisis, entonces, apaga. Apaga y vete. Yo no entiendo un comité de dirección en el que no esté el director de Comunicación, porque la dirección de Comunicación es transversal. Tiene que estar en todas las áreas. Si el director de Comunicación no sabe qué hace su empresa desde el punto de vista productivo, no sabe cuál es su estrategia, no sabe cuáles son sus problemas, no sabe cuál es su relación con el medio ambiente, es difícil que pueda comunicar hacia afuera. Entonces, tiene que haber una persona, un equipo, alguien que lidere un equipo transversal, que consiga que seamos capaces de comunicar con veracidad, por supuesto, con coherencia y transparencia. Y esa es una labor transversal esencial. Las compañías, en este sentido, todavía son muy ‘ingenieriles’. Han separado el mundo del negocio pero bueno, en la sociedad de la hipertransparencia en la que estamos viviendo, a ese planteamiento le quedan dos telediarios o uno.

¿Crees que las empresas se comunican bien con la sociedad?
Lo primero que hace una compañía por la sociedad es generar puestos de trabajo. Mantenerlos siempre que puedan, mantenerlos en épocas muy difíciles. La compañía está absolutamente anclada en la sociedad porque son las empresas las que pueden dar trabajo. Con el déficit público que tenemos, es imposible que las entidades públicas sigan proporcionando trabajo. Y quién puede hacerlo es la empresa. Los empresarios no han sido capaces de ver cuál era su contribución. No solo nos proporcionan los productos y servicios sino que nos ofrecen trabajo y todo lo que gira alrededor del trabajo. El trabajo no es un sueldo que luego se multiplica con un acelerador en la economía. El trabajo es un sitio donde nos desarrollamos, nos expresamos y nos comunicamos como personas. Gobernar por impactos sociales. Gobernar de cara a la sociedad es lo que nos va a poner, desde mi punto de vista, en una nueva relación empresa-sociedad. Ser transparentes. Si como empresa tienes un impacto negativo, la sociedad tiene que percibir que los estás intentado soslayar. El público tiene que ver cómo vas avanzando medioambientalmente. Estamos juntos en esta tarea. Podemos conversar con la sociedad porque todos tenemos las mismas intenciones. Ese es el punto en el que todavía debemos ahondar.

¿Algunas empresas durante la pandemia han comunicado por ética o por estética?
Cualquier cosa que se haga por la sociedad me parece bien. Al final, ese resultado beneficia a alguien. Ahora, es muy diferente hacerlo por ética que por estética. El público, en general, cada uno de nosotros en particular, somos muy sensibles a la coherencia. Lo que choca es cuando alguien no hace nada. Es como en esas series americanas que recaudan fondos, la gente llora y no sabemos bien porque causa están recaudando. Eso es maquillaje televisivo. Pura estética. Yo creo que hay muchas compañías que han sido muy coherentes con lo que están haciendo durante la pandemia del COVID-19. Por ejemplo, proteger a sus trabajadores buscando de donde fuera los instrumentos para que pudieran realizar un trabajo saludable. Cuando no había mascarillas, los empresarios las han estado buscando por debajo de las piedras, los EPI’s… A lo mejor gran parte de la sociedad no lo ha sabido, pero sus trabajadores sí. Esa es una preocupación genuina. Se han hecho muchísimas cosas por la sociedad desde las empresas con los trabajadores. En la compañía donde yo trabajo se dan mil comidas diarias y vamos nosotros a ponerlas. Quiero decir, que es el propio trabajador el que se siente orgulloso de su compañía haciendo este tipo de cosas. Esa ha sido una de las diferencias durante esta pandemia con respecto a otras crisis. Antes, el protagonista, el que iniciaba, era el órgano de gobierno o la Administración, en este caso, han sido los trabajadores junto con los jefes los que han dicho: “oye, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos hacerlo?” Y te encuentras, hoy, que hay muchísimos trabajadores que están orgullosísimos de formar parte de una compañía. Eso es una lección que no hubiéramos tenido en otras circunstancias.

¿La comunicación puede contribuir a la reactivación de las empresas tras la COVID-19?
Bueno, tenemos que reactivar la economía sea como sea. Y, por supuesto, comunicar bien, es un elemento importante. Y, quizá esta pandemia nos va a hacer comunicar de otra manera. Digitalmente estábamos un poco atrasados y nuestra transformación digital no era de las más avanzadas, pero, ahora, este proceso nos ha obligado a espabilarnos, ¿no? Y tenemos que espabilar también en ese tipo de comunicación. No consiste en estar en todas las redes sociales todo el tiempo, como uno no está hablando todo el rato. Tú conversas con todo el mundo, pero hay momentos en los que tienes algo importante que decir. Y hay que encontrar cuál es el cauce para decirlo y para decirlo bien. Por tanto, la nueva comunicación en la conversación con la sociedad, nos va a ayudar mucho.

¿Qué crees que comunicará la economía del futuro?
Espero que comunique confianza porque tenemos las bases para hacerlo. Tenemos unas bases productivas, tenemos una masa laboral fantástica, tenemos enormes capacidades que ni siquiera nosotros nunca nos hemos creído. Somos un gran país, tenemos grandes profesionales, pero vivimos en un mundo bastante triste. Y así no se entusiasma y necesitamos entusiasmarnos con nosotros mismos. Es verdad, que hay que hacer muchas reformas y tenemos que aprovechar la ocasión para hacer esas reformas, pero yo tengo gran confianza en los trabajadores que tenemos cualificadísimos, sobrecualificados, y en los empresarios. A mí me encanta que mis estudiantes ahora quieran ser empresarios, que quieran montar su startup. Ya no quieren irse a trabajar a una Big Four, quieren montar su pequeña empresa. Eso tiene que llenar de esperanza. Tenemos las capacidades, tenemos las personas… bueno, nos queda dar ese salto de entusiasmo hacia un sector industrial que tiene que crecer hacia una transformación tecnológica, hacia ser los primeros en sostenibilidad, que es un gran negocio, además, no solo es bueno para el planeta sino que es un gran negocio. En Navarra, por ejemplo, nos hemos dado cuenta de que lo que tenemos que hacer cada día, pase lo que pase, es comer. Comer bien, comer sano… Tenemos en Navarra una industria agropecuaria fantástica. Bueno, pues levantemos. Levantemos la cabeza, saquemos pecho y hagamos. Por supuesto, también en el ámbito del turismo, pero no solo en el turismo.

¿Te comunicas mejor a través de tus libros o en la vida real?
Bueno, yo creo que la comunicación es muy distinta. Es cierto que cuando escribo o cuando hago mis cuentos en la radio, por ejemplo, me siento un poco más libre porque no tengo tantas ataduras. Puedo hablar y mantener conversaciones con muchos papeles. Me puedo poner un gorro, me puedo quitar el gorro, me puedo poner otro… Y eso me permite dar voz a mucha gente. La comunicación es fascinante. Es fascinante, quizá pueda parecerle alguien un poco esquizofrénico, pero es fascinante cambiar de papel en muy poco tiempo; es decir, ser el hablante y el que escucha al mismo tiempo dentro de una misma novela. Eso es fantástico, pero me siento también muy cómoda cuando en la radio cojo un cuento de una parte y luego el siguiente cuento es de la otra parte, ¿no? Por otro lado, en la vida misma hay que comunicar, comunicar, comunicar, comunicar y tener siempre presente que la amabilidad, la sonrisa es el aceite de la comunicación y es gratis. La amabilidad es completamente gratuita y nos hace humanos.

¿Qué pretendes comunicar con tus novelas?
Cuando escribo novelas lo que necesito es hablar de algo, aprender de algo que me llama la atención. Cuando algo me llama la atención en el mundo, una injusticia, una curiosidad… Empiezo a estudiar sobre ese tema hasta que mis dudas se hacen tan grandes que me veo obligada a hablar sobre ellas. Y de ellas, hablan mis personajes. ¿Qué no puede faltar en mis novelas? Personajes con buena conversación. Personajes con personalidad que permitan al público sentirse parte de esa novela. En todas mis novelas siempre hay un poco de humor, un poco de ternura, algo de miedo… Siempre aprendes algo y digo, siempre aprendes, porque la primera que aprendo soy yo. Y un espacio para el lector. Yo escribo novelas de suspense o novelas policíacas porque cada uno llevamos un curioso dentro. Una especie de Colombo sin gabardina o con gabardina y yo le dejo paso. Le invito a mi casa y le digo: “¡ven conmigo! ¿Vamos a ver qué ha pasado? ¿Quién ha pasado? ¡Conozcamos juntos la condición humana!” Que a veces es magnífica y otras veces no tan buena.

¿Cómo te comunicas después de tanto tiempo con Lola MacHor? La protagonista de tus libros…
Bueno, con Lola lo que me ocurre es lo que ocurre con las conversaciones reiteradas. Es muy distinto comunicarte con una persona a la que vas a ver muy poca veces o comunicarte con tu pareja, con tu marido o con tus hijos con los que vas a mantener una y otra y otra y otra conversación. Esas conversaciones cambian con el tiempo y varían con las circunstancias. Y desde que Lola MacHor entró en mi vida siendo una joven con niños, una joven juez de instrucción con niños pequeños, con todos los líos que eso conlleva, hasta colocarla en el Tribunal Supremo, han pasado muchas cosas en su vida y también en la mía. Ha cambiado su edad, han cambiado sus circunstancias, ha cambiado su relación de pareja, han cambiado sus responsabilidades y eso nos hace que las dos nos tengamos que ir conociendo a lo largo del tiempo. Conociendo como va evolucionando, no el caso que tiene entre manos, sino la propia persona del personaje. Y, la verdad, es que me resulta muy interesante porque, como ya tiene confianza, que es lo que pasa también con la comunicación, de repente sale por peteneras y yo no tenía esa intención de que fuera por ahí la novela, pero le dejo hacer. Sacaré una novela que he estado trabajando bastante en ella y que, además, es larguísima, son casi 700 páginas, en 2021. No sé si en el primer o el segundo trimestre del año porque con todo el tema del COVID, las propias editoriales han tenido que ir ralentizando su marcha. La sacaré también con Planeta y es una novela súper divertida. Cuando empecé a escribirla no tenía en la cabeza la crisis sanitaria del COVID-19, pero casualmente tiene que ver con temas médicos, alta sociedad… Dos personas bastante añosas que se encuentran ante un reto que hasta ahora no habían vivido. Bueno, es una novela muy divertida que te mete, te hace zambullirte en un mundo que para casi todos nosotros es desconocido, que es el mundo de la high society y te hace valorar el día a día.

Destaca para finalizar algún momento en el que la comunicación haya sido esencial para ti
Creo que la comunicación lo es siempre. Es que forma parte de mi vida, pero forma parte de la vida de todos los que tenemos voz y empleamos la voz con una intención. Y eso es en todos los contextos. Desde los buenos días que con todo cariño dices a las personas con las que te encuentras por la mañana, hasta tocar a un enfermo y darle la mano. Es una cosa que hemos echado mucho de menos, la comunicación no verbal durante la pandemia. No poder abrazar a tu gente. Nos hemos dado cuenta también de lo importante que es transmitir con las manos, con el gesto… Con todos nuestros sentidos mantener esos diálogos.

UNA INICIATIVA PARA PONER EN VALOR EL PODER DE LA BUENA COMUNICACIÓN